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EFEMÉRIDES DESDE LA PLAYA Prof. José Fuica San Martín

admin el 08-01-2015, visto 1051 veces 0
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Pocos hitos históricos muestra nuestro calendario de efemérides en el primer mes del año. Parece ser otra tradición republicana el considerar las vacaciones, en su acepción de “salir”, casi obligatoriamente, salir del lugar, de la rutina familiar, laboral y doméstica (…sobre todo para aquell@s que viven esos necesarios y potenciales momentos humanos simplemente como tediosas rutinas…).  Por ello es que cuesta encontrar hechos y actores de relevancia en los primeros y siempre calurosos meses del año…seguramente políticos, militares, líderes sociales, trabajadores. estudiantes, la cut y la sofofa, prácticamente tod@s, están o en las arenas de algún punto de nuestra extenso litoral, o bajo las sombras de años de verdor en algún fundo del centro y del sur del sur, heredado de cuando la república arremetía y corría el cerco no más; o metiendo las patitas en algún generoso riachuelo de libre acceso, no cercado por la involución humana de privatizar lo que es de tod@s; o en la solidaria pileta pública o en la escasa piscina de barrio o de escuela, o en la buena idea de la piscina casera!!!, esa azulita, de plástico, democrática, para todo tamaño de patio y de usuario, no importa dónde ni cómo y que parece relevar a la siempre fiel manguera o al grifo como entretención y alivio veraniego… El hecho es que poco sucede durante el verano, pero a sugerencia de Kristel Vega, asesora de difusión de este medio, nos centraremos en tres momentos excepcionales de nuestras efemérides de enero: la dictación de la ley de sufragio femenino el día 8, el día del Roto Chileno el 20 y la renuncia al Gobierno de Bernardo O’higgins.

8 DE ENERO DE 1949: LEY DE SUFRAGIO FEMENINO; LA MUJER Y LA LARGA LUCHA POR LA PLENITUD DE SUS DERECHOS.

Al constatar que hoy tenemos una mujer Presidenta de la República alguien podría hacerse la idea de que la equiparación de roles y la igualdad jurídica y real de género ha tenido un fácil desarrollo en nuestro país, por lo que se sorprendería del detalle del esfuerzo, tesón, empuje, fracasos, mártires y lobby que hay tras cada uno de los logros jurídicos, sociales, laborales, económicos, familiares, patrimoniales, etc… de las mujeres.

Por lo pronto, olvidémonos de la Colonia, los diversos momentos de la Independencia y todo un primer siglo de República. Por entonces, la mujer está totalmente invisibilizada en la construcción historiografica que ha nutrido nuestro acervo; a lo más, aparece circunscrita a labores de acompañamiento de corte tradicional, y sólo Inés de Suarez, Fresia, Guacolda o Javiera Carrera escriben con nombre propio su protagonismo. La historia como ciencia moderna nos enseña que no son individuos sino más bien procesos los que van desarrollando la evolución histórica, y en esos procesos sociales el rol de la mujer debió ser tanto o más activo que su participación de hoy y de siempre, porque, conociéndolas, cuesta imaginárselas a un costado, sin participar…sin embargo, las referencias a ellas y sus roles e influencias son tan escasos que han ido deformando nuestra percepción hasta llegar a creer que “recién ahora” se están empoderando. Y si de inferir conductas se trata, sin duda, el machismo heredado de patriarcados antiguos que llegan a nosotros a través de invasiones violentas, mestizajes forzosos y religiones impuestas, hace que la energía femenina sea subestimada secularmente, aunque siempre haya sido y sea presente y de gran protagonismo.

Es recién a fines del siglo 19 y comienzos del 20 cuando esta energía latente y subyugada, incluso a veces reprimida y violentada, se despierta ya en la acción.  Conjuntamente con los obreros y el inicio de su lucha social, con un ya vasto recorrido por las mancomunales, cooperativas y sindicatos que ahora eran grandes confederaciones, con un concepto de “escuela obrera” a través de numerosas publicaciones emanadas de la dirigencia obrera y el surgimiento de partidos políticos intrínsecamente obreros, tras siglos de desigualdad evidente y lacerante entre la “europea vida” de las clases patronales aristocráticas terratenientes vinculadas ahora también a la minería y al naciente comercio exterior respecto de la precariedad las clases trabajadoras urbanas de empleados y obreros, campesinos, inquilinos casi esclavos, mineros y otros,  lo que se hacía doblemente desigual cuando, además, se es mujer. Al igual que ellos, la mujer es tratada como una minoría, cuando la realidad de entonces y de hoy es que son mayoría…en fin…las mujeres también dan pasos de organización y hacia la década del 1920 ya constituyen una voz que se hace escuchar.

Los movimientos “feministas” como eran llamados a inicios de siglo, sólo perseguían reconocimiento y derechos políticos, para desde allí, influenciar en los derechos civiles y demases. Así Delia Matte y Elena Caffarena, con su Club de Señoras y Acción Femenina respectivamente, logran impulsar un proyecto que, entre los enredos de Arturo Alessandri y Carlos Ibáñez, logra ser Ley de sufragio municipal en 1931 para hacerse efectiva en la elección de 1935. Los vientos de cambio de Aguirre Cerda también incluyen un sufragio universal para la mujer, pero la prematura muerte del Presidente popular en 1941 pospone su discusión por otros tantos años, hasta que el 8 de Enero de 1949, en una Sesión Legislativa especial realizada en el Teatro Municipal de Santiago “…y con presencia sólo de hombres…”, según señala el periódico de la época, se promulga la ley que permitirá a las mujeres elegir y ser elegidas en cualquier cargo de elección popular.

A partir de entonces, la dirección que han tomado las reivindicaciones femeninas han ido en aumento y apuntando más bien a algo tan evidente que, de tanto serlo, rara vez es considerado: el reconocernos, mujeres y hombres, como individuos humanos, personas iguales en dignidad y derechos, con las legítimas diferencias que la condición de género atribuye, como lo es la maternidad. Todo lo demás serán siempre separaciones ficticias y arbitrarias, propias de la división del trabajo y de los roles, a los que debe dársele el mismo valor…incluso esa diferencia que anoté, sobre la maternidad, ya es también arbitraria y anticuada, pues por qué la “maternidad”, el tener hij@s, se percibe como una “tarea” femenina cuando son siempre dos los progenitores, acaso la “paternidad” no asigna obligación natural alguna ¿?...

La alta tasa de separaciones, de violencia en el pololeo que lleva a horrendos femicidios, los desigualdad de salarios, la poca valoración (económica y social) del trabajo doméstico y del hogar, los chistes de bajo tono respecto de las mujeres, perpetuando roles y estereotipos, el modelo pernicioso de mujer “ideal” que se fomenta por los medios, que nos llevan a una especie de bulimia o anorexia social, …pero si hasta tuvo que legislarse respecto de los “piropos” porque no se dimensiona que, en realidad, no tenemos derecho ni debemos opinar sobre la apariencia de otr@s...

El escenario actual del avance de la mujer en la conquista de sus derechos sin duda es más auspicioso hoy que hace cincuenta años, pero algo falta…están las leyes pero falta la verdadera internalización de la idea de igualdad de género, no puede ser que las empresas cuestionen o no deseen el trabajo de las mujeres, por ser “menos rentables”, qué es eso ?; no puede ser que, dándoselas de caballero educado, alguien diga “yo no discuto con mujeres” o “mujeres que adornan este lugar…”, no puede ser el “quien te quiere te aporrea”, no puede ser que tenga que legislarse sobre la “paridad de género” en los cargos…no puede ser que el único regalo que se nos ocurra para una niña sea una muñeca y el único color el rosado…los autos, las pelotas, el estetoscopio y la maquinaria pesada también son buenas alternativas.

Cuando nos dé igual quién va manejando, quién se queda con l@s niñ@s o quién aporta más dinero al hogar, habremos avanzado. Por lo pronto, recordamos esta efeméride y nos juntamos en la próxima entrega.