HISTORIAS DE ANGOL: EL ZAPATERO DON JOSÉ SOTO

Con más de 50 años en el oficio del curtiembre, o mejor dicho, zapatero, don José Soto, aún continúa en este noble oficio que le ha dado alegrías durante toda su vida en la comuna de Angol.

Cuenta que aprendió gracias a su abuelo, Ricardo Soto y también de su padre. "Ellos me enseñaron bajo su puño cómo confeccionar un calzado, de arriba hacia abajo, con esas máquinas antiguas que habían para trabajar con ellos”

A lo largo de los años, pudo instalar su propia zapatería en pleno centro de Angol, donde destacó la bonanza obtenida gracias a este noble oficio. "Con esto pude mantener a mi familia y sacar adelante a mis hijos. Gracias al zapato, he logrado todo lo que he tenido ahora". Sin embargo, no todo es alegría porque con el tiempo la crisis se le vino encima y debió cerrar su negocio desempeñándose como guardia de seguridad dejando con pena el oficio que tanto amó.

En ese entonces cuenta que aquella crisis fue por el lugar donde la curtiembre que los mantenía cerró, y el boom del calzado barato en China se imponía a nivel mundial por lo que cambiar de rumbo era un hecho inminente.

Pero el destino dijo otra cosa y volvió al ruedo del zapato, a ese noble oficio que le ha dado tantas alegrías. Tras juntar un poco de capital pudo abrir su pequeña tienda a pasos del Cesfam Alemania, específicamente en Calle Baviera sin numero atendiendo a muchos clientes quienes piden reparar su calzado. Don José, como buen hombre, despliega su vista para ver el problema, y con su vieja máquina Singer arregla el problema, nuevo e impecable, el calzado queda viable.

Aunque este oficio ha ido desapareciendo con el tiempo, en Angol, esto sigue vigente, y Don José, como el buen zapatero que es, seguirá atendiendo en aquella casita blanca hasta el fin de sus días.